«Fue con esta efectiva y segura maniobra que Clara con su experiencia y profesionalidad resolvió la situación.»

6 de la mañana. Me despiertan contracciones leves. Sé que es el día. Sigo acostada y dormitando entre contracciones, estoy ahorrando fuerzas para la gran jornada que me espera.

Maddox es mi segundo hijo. Tuve a mi primer hijo Sebastian, en un parto en casa en Canadá, el cual es una opción contemplada dentro del sistema de salud pública. Tuve un parto respetado con matronas que se ocuparon de mi manera holística y con el apoyo del sistema de salud pública nos sentimos muy seguros con esta decisión. Tal es así, que nos resultaba inimaginable un parto hospitalario. Necesitaba sentirme segura, arropada y sin ningún estrés para poder abrirme. Una amiga me habló de Magale. ¡¡Sí, sí, sí!!!, aunque no es parte del sistema de salud pública, ¡¡la opción del parto en casa existe en Donosti gracias a estas matronas valerosas!!, alivio. Clara e Igone vinieron a casa para el primer encuentro. Conexión instantánea, iba a tener a mi segundo hijo con ellas.

8 de la mañana. Las contracciones leves siguen su curso, me levanto y voy a la cocina. No tengo ganas de desayunar, más una señal de que hoy es el día. Les digo a mi madre (que había llegado hacía un mes y se quedaría a vivir con nosotros para acompañarnos) y a Chris que hoy es el día. Voy a la sala y me siento en el balón de yoga.

9 de la mañana. Siento que las contracciones son un poco más fuertes. Escribo a Bea, la amorosa doula que me acompañará en este proceso. Por el momento estoy bien pero siento que pronto algo va a cambiar. Le pido que venga.

Aunque el nacimiento de mi primer hijo fue un parto natural y respetado, y en todo momento fui apoyada por las matronas y Chris, fue un proceso arduo que fue muy exigente a nivel psicológico, las contracciones eran de un dolor indescriptible, que nunca antes había sentido, nunca antes había hecho algo tan difícil en mi vida, incluso me llegué a preguntar si lo conseguiría. Es ahí cuando comprendí el rol de una doula, mirando atrás, me hubiera encantado tener una en el parto de Sebastian.


Ahora con mi segundo parto, tuve a Bea como doula, una mujer encantadora con una empatía gigantesca, que además de doula es psicóloga perinatal. ¡¡Fue una excelente decisión!!

9:30 de la mañana. Llega Bea, yo sigo en el balón de yoga en el salón. Ella cierra la puerta de vidrio que separa la sala del resto de la casa, se sienta en el suelo frente a mí y conversamos un poco.

10 de la mañana. Muy pronto las cosas cambian, siento que ya no puedo hablar cuando viene una contracción, cierro los ojos y respiro. Al abrirlos, veo a mi hijo Sebastian (de 5 años) sentado en una sillita mirándome desde el otro lado de la puerta de vidrio. Esta muy atento a lo que está pasando. Luego de un rato, Chris lo lleva a otro sitio de la casa para distraerlo un poco. Las contracciones se vuelven rítmicas y fuertes. Bea me coge de los brazos y nos paramos juntas una frente a otra, ella respira conmigo y me invita a moverme con un suave balanceo de lado a lado. Siento algo caliente entre mis piernas, la bolsa se ha roto. Siento la necesidad de que las matronas vengan para sentirme segura, Bea las llama.

10:30 de la mañana. Llegan Clara y Erika. Bea y yo continuamos paradas una frente a otra en nuestra danza. Siento un abrazo de Clara y Erika, llegan con una sonrisa y una energía calmante. Chris y mi madre las ayudan con toda la logística y cosas que necesitan.

11 de la mañana. Clara y Erika tienen que montar la piscina de parto en la sala. Así que Bea y yo nos vamos a la habitación de Sebastian. Continuamos con nuestra danza y siento la necesidad de vocalizar un profundo “aaaaaaaaaaaah” con cada exhalación.


Bea me acompaña y también vocaliza, es un espejo de mi experiencia, me siento fuerte con su compañía.

12:30 de la mañana. Las contracciones siguen su curso y son muy intensas. Bea y yo seguimos con nuestra danza. Me gustaría entrar en la piscina pero todavía no está lista. Tengo una contracción muy muy intensa, vocalizo el “aaaaaah” con mucha fuerza casi como un rugido y siento ganas de pujar. Bea también vocaliza con un rugido, ella es un espejo de empatía. ¡¡En aquel entonces no lo sabía ya que fue todo tan rápido, pero probablemente ya había completado la dilatación!!

12:50 de la mañana. La piscina por fín está lista. Me meto adentro. Todos vienen a la sala a presenciar la llegada de Maddox. Mi madre, Sebastian, Chris, Bea, Erika y Clara están ahí. Aaaaah, qué alivio!, una gloria sentir el agua tibia rodear todo mi cuerpo. De repente tengo ganas de pujar otra vez. Le pregunto a Clara si Maddox ya está por salir porque no me lo puedo creer todavía, yo estaba preparada para seguir con contracciones hasta el final de la tarde. Clara asiente con una sonrisa. Maddox ya está por llegar.


¡No puedo creer que todo ya vaya a terminar tan rápido! Siento coronar la cabeza y doy un grito.

Erika me susurra al oído con una voz suave y firme: “respiiiiiira, respiiiira ooooooondo”. Su firme mensaje me ayuda a relajarme, y yo continúo esperando que salga la cabecita, la toco con mi mano, ya está ahí a punto de salir!!!

13:02 horas. Clara me pide que salga de la piscina y me ponga en cuadrupedia en el sofá. Escucho unos gemidos, es Maddox, que ya está casi saliendo, pero necesita ayuda de las expertas manos de Clara. Sale con la ayuda de Clara, lo veo ahí en el sofá, entre mis piernas, ¡esta ahí frente a mí y con un llanto vigoroso!, lo cojo en mis brazos, una sonrisa inmensa se dibuja en mi cara. Clara exclama “¡¡Eres una diosa!!!”. Me siento en el sofá con él en brazos, me arropan con toallas. Chris y Sebastian están al lado mío, los dos con una sonrisa de oreja a oreja. Ahora a esperar a la placenta. Mientras tanto tengo a Maddox en brazos, le doy de mamar. Conversamos entre todos, hay mucha felicidad en el ambiente.

13:40 horas. La placenta se hizo esperar, pero finalmente salió. Grande y pesada, ha alimentado durante nueve meses a Maddox, que nació grande, fuerte y sano. Clara y Erika estampan un hermoso árbol de la vida con ella en una hoja de papel mientras Bea saca fotos. Un recuerdo para toda la vida de este día intenso y maravilloso.

Desde que entre a la piscina hasta el nacimiento de Maddox las cosas pasaron muy rápido, y aunque todo pasó en un ambiente de mucha calma, no me había dado cuenta de que Maddox no nació en el agua como lo tenía previsto, sino que en el sofá. Horas después, mientras conversábamos en el sofá, Clara y Erika nos explicaron que hubo una distocia de hombros, que es cuando el hombro del bebé se atora dentro de la pelvis de la madre.


Fue cuando recordé que en la última reunión que tuvimos, nos explicaron cómo resolverían ese problema si fuese a pasar. Y fue así, tal como nos los informaron.

Ponerse en cuadrupedia para abrir la pelvis lo máximo posible que se llama maniobra de Gaskin y  por parte de la matrona realizar una tracción axilar del bebé, una maniobra con sentido común la llamo yo, ¿ya que qué mejor manera de desatorar el hombro del bebé que yendo a por él con manos expertas?. ¿Porqué aplicar fuerza bruta sobre la pelvis –el protocolo en varios hospitales– a riesgo de dañar al bebé y a la madre cuando existe esta suave maniobra? Y fue así, con esta efectiva y segura maniobra , que Clara, con su experiencia y profesionalidad resolvió la situación. Sin siquiera enterarme yo de la “emergencia”, sintiéndome en la más absoluta seguridad y con resultados óptimos tanto para el bebé como para mí.

Haber tenido a Maddox con vosotras ha sido la mejor inversión de mi vida, sin dudas. Gracias, muchas gracias, por el resto de mi vida les estaré agradecida. Continúen con esta hermosa labor de traer al mundo bebés en un ambiente tan cuidado, respetado y amoroso.